Ayer tuvimos la oportunidad de ir a ver la Copa Davis en la Caja Mágica, en Madrid, para ver los primeros dos partidos España-Ucrania.

Nunca había estado en la Caja Mágica, y la verdad es que me pareció… enorrrrme… a veces pienso ¿Hay tantos eventos de esta magnitud como para que estas mega construcciones sean rentables? Pues no lo sé, pero desde luego ¡las instalaciones impresionan! Lo mejor… que a parte de tener asientos cómodos, la Caja Mágica estaba abierta (el techo se puede cerrar completamente) pero tiene bastante vuelo hacia dentro, que daba sombra a la mayor parte de los espectadores. A los que no… pobres, se tuvieron que achicharrar.

Me sorprendió al principio ver pocos niños por allí, pero claro, cuando empieza el partido y ves el grado de concentración de los jugadores, oyes a una niña de menos de dos años lloriquear porque se aburre, y que Nadal se para en medio del saque porque lo ha oído… entiendes que no es el lugar para llevar a pequeños incontrolables. Para niños un poco más mayorcitos sin embargo es un planazo. Acostumbrados a ver a Nadal en la tele, no cierran la boca en todo el partido, sin creerse todavía que esté ahí, a unos metros, de carne y hueso. Buen ambiente, deporte, esfuerzo, disciplina… parecían empapados del efecto Nadal.

Y hablo principalmente de Nadal porque era el comentario general: su participación se confirmó cuando la gente ya tenía las entradas, y dábamos botes de alegría por poder ver a Nadal en acción.

El primer partido enfrentó a Verdasco y Dolgopolov, y al principio nos hizo sufrir perdiendo el primer set. Al final el madrileño se impuso 3-6, 6-4 y 6-2.

Nadal arrasó. 6-0, 6-0 y 6-4. Jugó contra Stakhovsky y el ucraniano parecía un novato que no tenía nada que hacer. Cuando llevaba, al comienzo del tercer set, 12 juegos a 0, y ya desesperado e impotente, pedía el ánimo del público (que se volcó a aplaudirle y jalearle) y celebraba cada punto que ganaba como si fuera el oro en unas Olimpiadas. Por lo menos al final ganó 4 juegos, y dio un poco de «vidilla» al partido. Nadal parecía de otro planeta. Físico imponente, fuerza arrolladora… se nota que se deja la piel en cada punto.

 El caso es que fue una tarde divertida, con buena compañía y muchas risas. Desde luego, ¡algo que no haces todos los días! Buen ambiente para ir con niños se puedan quedar sentaditos un buen rato (aunque a ratos te puedes levantar, al final entre Verdasco y Nadal sumaron más de 5 horas de partidos).