Hacía muuuuuucho tiempo que no dejaba un libro “por imposible”. Y mira que lo he intentado… pero no he sido capaz. He llegado hasta el 47%… y no estoy disfrutando ni una pizquita.
No es que me parezca un mal libro, ni que la autora no me guste (de hecho he leído otros libros suyos como La Biblia de Barro, La Hermandad de la Sábana Santa o Dime Quien Soy que me han gustado bastante)… El problema ha sido, básicamente, que para mi una buena novela histórica tiene que tener una buena trama ambientada en un entorno histórico o político interesante. Cuando la historia o la política (peor aún) es la protagonista, y los personajes principales se convierten en meros accesorios para contar un evento histórico… ya no me gusta tanto.
Y eso es lo que me ha pasado con este libro. Empezó resultándome interesante, los personajes parecían tener una vida y experiencias dignas de una novela. Pero la trama se va centrando exclusivamente en los conflictos históricos relacionados con judíos, árabes y turcos en Europa y Palestina… y poco a poco los personajes y sus circunstancias comienzan a pasar desapercibidos. Les pasan cosas importantes que se narran en una línea, mientras que la autora dedica páginas y páginas a discusiones entre personajes relacionadas con la política del momento. Y lo siento por si luego el libro «reengancha» y no le he dado la oportunidad que merece, pero… ¡me cansé! y ¡mira que me cuesta dejar uno a medias!
En fin, que no es mi idea de un libro entretenido que enganche.
Os dejo la reseña por si os interesa.
A finales del siglo XIX, durante la última etapa zarista, los Zucker, perseguidos por ser judíos, tienen que abandonar Rusia huyendo del horror y la sinrazón. A su llegada a la Tierra Prometida, Samuel Zucker adquiere las tierras de los Ziad, una familia árabe encabezada por Ahmed. Entre él y Samuel nace un fuerte vínculo, una sólida amistad que, por encima de las diferencias religiosas y políticas, se mantiene generación tras generación.
Con las amenazas, la sed de venganza y muchas pasiones desatadas como telón de fondo, las vidas entrecruzadas de los Zucker y los Ziad conforman un mosaico de traiciones y sufrimientos, de amores posibles e imposibles, al tiempo que plasman la gran aventura de vivir y convivir en un territorio marcado por la intolerancia.