Quedo con amigas para comer y llego pronto y con tiempo (por una vez, sin correr!).

Fuera hace un frío que pela, y una, que se ha puesto tacones para variar renuncia a un paseillo por la «capi» y se mete en el restaurante ¡45 minutos antes!

La decoración no llama demasiado la atención, es una mezcla de moderno con el clásico del Madrid más castizo. Suelo en madera blanca y negra, marcos y puertas en madera roja, taburetes y silloncitos (no sillas) tapizadas en piel azulona con tachuelas (o chinchetas)… Los baños, esos sí, me han cautivado! El mas puro estilo clásico retro, sanitarios antiguos, puertas antiguas, paredes empapeladas… ¡Muy original!

Un cafecillo por favor… El camarero y el el maitre (estamos solos!) encantadores, empezamos bien! El camarero me ofrece un trocito de tarta de queso con el café, y una, que es facilona… acepta. Buenisima! Desde luego, tengo ganas de probar la comida. ¡Que vengan ya por favor!

Y por fin llegan… Y nos decantamos por el menú. Tiene buena pinta y además variado: ensalada, legumbres, pasta… Pollo, carne roja, pescado… Y postres dulces. Yo pruebo un poco de todo y todo bastante bueno. 14,95€ el menú, y yo como raviolis a los 4 quesos, ensalada de salmón y queso (a medias estos dos), entrecot y arroz con leche. Quizás le hubiera puesto un poco más de queso a los raviolis y un poco más de tiempo en el fuego al arroz con leche, pero todo estaba bueno.

¡Bien! ¡Prueba superada! Una buena charleta y ¡a por las enanas!