Cenita de chicas en Madrid. ¡Uff! ¡Hace cuánto que no se daba! Queríamos algo sencillo pero rico y a buen precio en el centro de Madrid, y fuimos a la Finca de Susana. 

El primer dato diferente a los demás es que no reservan mesa ni admiten grupos (supongo que se refieren a menús cerrados).

La apariencia está muy bien, y el ambiente es agradable. Mucha gente joven. A reventar.

Eramos 5 pero una llegaba tarde… y no me gustó que nos hicieran sentir como si les estuviéramos «robando» una cena. La atención dejaba un poco que desear, la verdad, se notaba que querían terminar cuanto antes y ante preguntas sobre los platos del menú contestaban con monosílabos o simplemente se hacían los locos. Rápidos fueron, eso hay que admitirlo.

Es verdad que los precios eran sorprendentemente bajos, para lo que es la zona (muy cerca de Sol), los tiempos que corren y la elaboración de la carta, y algún plato estaba realmente muy bueno (croquetas, púlpitos encebollados…). Otros, sin embargo, no estaban tan buenos (como la ensalada de cabra), y uno en concreto, unas albóndigas, volvió a la cocina porque parecían de lata (no llegamos a descubrir si lo eran o no). Los postres, normalitos, pero bueno, bien.

En resumen, sólo lo recomendaría para una cena rápida sin muchas pretensiones. Nosotras disfrutamos, pero mucho más por la compañía que por el servicio.