¡Y por fin llegó el día de la comida de promoción del cole! Hacía que no veía a casi todos la friolera de… ¡18 años! Menos mal que quedé antes con dos amigas con las que sigo teniendo mucho contacto…

Ese día me vestí cómoda y como sabía que seguramente acabaríamos el día tarde, llevé ropa con la que no pasé mucho calor durante el día pero me permitió abrigarme un poco por la noche: unos vaqueros, zapatos con cuña, top de tirantes, bolso bandolera y una chaqueta de piel.

La comida fue el Branka, en el Peine de los Vientos (los Peines del Viento, si queremos ser más correctos), así que las vistas eran inmejorables y la comida estupenda. Totalmente recomendable.

Top de Zara (de este verano)

Vaqueros de Zara (de pasadas temporadas)

Cuñas peep-toes de Sprinfield (de pasadas temporadas)

Bolso de Bimba y Lola (de pasadas temporadas)

Chaqueta de ante de Mango (de este verano)

Gafas de sol de Loewe (de pasadas temporadas)

Fue llegando la gente y nos fuimos relajando. Las mismas caras. ¡Increíble! Que ilusión ver a los que fueron.

Aluciné con la organización. En cada plato, el menú y un calendario con los must de nuestra época.

Prepararon una especie de examen para ver de qué nos acordábamos y qué fuimos eliminado de nuestra mente. Por un momento sentí que estaba en la promoción de otro colegio que no era el mío. ¡No me acordaba de nada! Por suerte, no era la única. ¡Que desastre!

Las respuestas…. Nos la enseñaron con un proyector en la pared del restaurante. Luego dos vídeos de nuestra clase. ¡Qué recuerdos!

Terminamos la presentación y subimos a la terraza a tomar algo. Prepararon una mesa con chuches y un cesto con gafas de sol, narices de payaso y tonterías varias para echar unas risas.

Mil gracias a los organizadores Elena, Miriam y Raúl. ¡Fue perfecto! Pasamos un día estupendo y nos reímos sin control como en aquellos años. Me alegré muchísimo de ver a todos y cada uno y de volver a abrir por un rato aquella ventanita oculta y medio olvidada de mi vida. ¡Gracias!